Se abre el telón y los focos (y miradas) se centran en él: es una persona famosa en su campo gracias a Internet y las redes sociales (sin ser cantante, deportista, actor, político, etc…).
En cualquier caso, muchas personas conocen su nombre y lo que hace. Le admiran. Han visto sus tuits/artículos/vídeos/publicaciones en Facebook/LinkedIn/fotos/artículos del blog/… (táchense los que no procedan, si es que hay varios).
Es innegable que Internet y las diferentes plataformas web y redes sociales permiten a cualquier persona llegar, de manera potencial, a una audiencia millonaria. Los youtubers, bloggers, twitchers, viners y similares son un buen ejemplo.
Hoy en día es más fácil convertirse en famoso o “referente” (incluso por accidente) sin necesidad de aparecer en televisión o en los medios de comunicación «tradicionales».
Pero, ¿qué pasa cuando se apagan las luces y el “famoso” vuelve a su casa?
¿Cuánto cuesta esa visibilidad?, ¿qué aporta realmente? y ¿va acompañada de grandes ingresos?
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