Un aspecto que a menudo se pasa por alto en la conversación sobre sostenibilidad es el impacto ambiental de nuestras actividades en línea y dispositivos.
La reproducción de vídeos en streaming, la televisión bajo demanda por Internet, el uso de plataformas digitales y redes sociales conllevan un consumo significativo de energía, pero eso no aparece en las noticias ni en los grandes titulares que sí condenan (con parte de razón, no lo niego) los coches de gasolina o diésel, por poner algunos ejemplos frecuentes.
La proliferación de centros de datos para respaldar estas actividades digitales que no paran de crecer ha llevado a un aumento en el consumo de energía. Incluso herramientas de inteligencia artificial como ChatGPT contribuyen al aumento exponencial de los consumos energéticos de los centros de datos (se habla de que podrían quintuplicarse – El sucio secreto de la Inteligencia Artificial-).
Una consulta a ChatGPT o equivalentes consume el triple de energía que una búsqueda en Google. Si bien la tecnología puede mejorar la eficiencia en muchas áreas de la vida, también tiene un costo ambiental que a menudo pasamos por alto.
Por ejemplo, un informe de The Shift Project estima que las emisiones de carbono relacionadas con la tecnología de la información y la comunicación representan aproximadamente el 4 % de las emisiones globales. Esto es comparable a las emisiones de la industria de la aviación. Para abordar este problema, debemos considerar alternativas más eficientes desde el punto de vista energético, como ver televisión a través de antenas tradicionales o reducir la transmisión de videos de alta definición, por poner algunos ejemplos.
El visionado de vídeos online generó en 2018 más de 300 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO2), es decir, el 1% de las emisiones del mundo, equivalente a las emisiones de gas de efecto invernadero de España en un año
Fuente: https://www.elmundo.es/ciencia-y-salud/ciencia/2020/02/22/5e510c37fc6c83fb3f8b45aa.html
De forma similar a lo que ocurre con la moda, cada año parece que debemos cambiar el móvil por uno nuevo y mejor.
Afortunadamente parece que los ciclos de renovación se van alargando, pero aun así muchas personas cambian de smartphone cada 2-3 años. Están en su perfecto derecho, por supuesto, pero hay que recordar que son unos productos tecnológicos muy elaborados, con muchos materiales que normalmente no se reciclan, tanto en el terminal en sí como en la batería que lo alimenta y eso tiene un impacto también sobre el medio ambiente.
Mi (pen)último smartphone –iPhone 5s– renovado en 2021, llevaba conmigo 8 años en perfecto uso pero, por cuestiones personales, lo renové -aunque lo sigo usando como línea secundaria-.
Selecciona las plataformas y las horas que utilizas diariamente para calcular las emisiones de carbono al año equivalentes y el CO2 equivalente en Km. recorridos por un coche (aproximadamente) según la información publicada en ¿Ecología o Egología? ¿Sostenibilidad o marketing?
Total de emisiones de carbono equivalentes al año: 0 gramos
Total de emisiones de carbono al año: 0 kg
Kilómetros equivalentes recorridos en emisión de CO2 al año: 0 km
Fuente: How bad are bananas
Echábamos de menos los posts de este blog. Gracias por el contenido.
Buenísimas la calculadora de los kilómetros equvalentes de nuestros actos en internet.
Crack!!!
Yo aun uso un iPhone 8 Plus y funciona perfectamente para todo (a excepción de la bateria). Voy a esperar a que no prenda más para cambiarlo.
Esa calculadora me parece una chorrada porque no creo que hayas accedido a los centros de datos que usan WhatsApp, YouTube, Facebook, Instagram, Twitter, Twitch, TikTok, Netflix… para medir su grado de contaminación, aparte de que el consumo dependerá de lo que haga en el servicio, por ejemplo no es lo mismo estar solo viendo un vídeo que estar subiéndolo, también dependerá del número de usuarios que estén usando el servicio en ese momento, muchas variables que no creo que hayas estado midiendo.
En el artículo original al que hago referencia, cito de dónde he obtenido los datos, que es un libro que ha realizado diferentes estudios al respecto. No me he inventado yo nada, sino que lo he programado en forma de calculadora para que se pueda ver el impacto de estas acciones. Tu comentario no me parece especialmente constructivo, la verdad. En lugar de preguntar por el origen de la información, ya das por hecho no solo que los datos son inventados, sino que la calculadora es una «chorrada» por suposiciones tuyas.
He actualizado, también en esta entrada, información de la fuente. Los que me conocen bien saben de lo riguroso que soy con el origen y validez, en la medida de lo posible, de los datos manejados.