
Supongamos que tengo mi CD de música, legal, comprado y pagado religiosamente. La ley de la propiedad intelectual me permite, sin necesidad de autorización del autor, realizar una copia «para mi uso privado» y siempre que la ésta no sea objeto de utilización colectiva ni lucrativa. Para compensar los discos que debido a esta “mi” copia no se van a vender, el autor deberá recibir una remuneración, que la propia ley reconoce pero no define expresamente. Sigue leyendo



Internet nace en la década de los 70 pero empieza a ser conocida por el gran público a finales de los 90. A pesar de su relativamente corta vida entre nosotros ha sabido hacerse un merecido hueco como forma de comunicación e información, adelantando en muchos casos por velocidad, comodidad y economía a las clásicas consultas telefónicas a la hora de localizar lo que buscamos.